Homenaje postal
Antes de ir directamente al grano, comentar como si nada que mi silenciosa ausencia no ha sido debido a lo de siempre, esto es, a circunstancias que sería demasiado prolijo enumerar, sino que obedece a motivos mucho más mundanos. No sé si os habéis dado cuenta, pero ha sido postergar momentáneamente la publicación de mis preciosos textos y, oh casualidad, empiezan a caer regímenes corruptos norteafricanos y se abaten líderes al-quaedianos en países cuya población masculina luce orgullosa un poblado bigote. Yo lanzo con valentía y disimulo esta sencilla pregunta: ¿pensáis que estos hechos pueden considerarse exclusivamente fruto del azahar?
A lo que iba. Hay personas de carácter recio, la vida o las circunstancias les pueden putear de mil maneras distintas, que ahí están ellos soportando estoicamente las desgracias como si la cosa no fuera con ellos. Cualquiera de nosotros que pasara por una sola de esas vivencias, procederíamos a llorar amargamente quejándonos de nuestro triste destino y quedaríamos tocados de por vida, pero esa gente, esos titanes de la supervivencia, están hechos de una pasta especial. Una de esas personas es el personaje que nos ocupa, y que me ha obligado a interrumpir mis importantes actividades a fin de dejar constancia de su espartano comportamiento por medio de un homenaje de los que hacen época.
Todo lo que se diga es poco y, aunque considero que este medio, y me refiero supongo que lo habéis adivinado al medio postal, nos permite plasmar nuestras certeras conclusiones en un formato claro y alojado por la entidad llamada gúgel, quizá por primera vez siento que se queda corto a la hora de intentar expresar por medio de palabras el exacerbado sentimiento de admiración que me produce este personaje cuya infancia seguramente transcurrió en las heladas montañas de la lejana Cimmeria, con una personalidad hermética y nada amigo de expresar sus sentimientos, no por nada en especial, sino porque considera que a nadie importa, y cuyo día a día sirvió de inspiración a la marina americana a la hora de diseñar el horario y actividades de los seal en la famosa semana infernal.
Me estoy refiriendo, por supuesto, a Víctor Sandoval.
A lo que iba. Hay personas de carácter recio, la vida o las circunstancias les pueden putear de mil maneras distintas, que ahí están ellos soportando estoicamente las desgracias como si la cosa no fuera con ellos. Cualquiera de nosotros que pasara por una sola de esas vivencias, procederíamos a llorar amargamente quejándonos de nuestro triste destino y quedaríamos tocados de por vida, pero esa gente, esos titanes de la supervivencia, están hechos de una pasta especial. Una de esas personas es el personaje que nos ocupa, y que me ha obligado a interrumpir mis importantes actividades a fin de dejar constancia de su espartano comportamiento por medio de un homenaje de los que hacen época.
Todo lo que se diga es poco y, aunque considero que este medio, y me refiero supongo que lo habéis adivinado al medio postal, nos permite plasmar nuestras certeras conclusiones en un formato claro y alojado por la entidad llamada gúgel, quizá por primera vez siento que se queda corto a la hora de intentar expresar por medio de palabras el exacerbado sentimiento de admiración que me produce este personaje cuya infancia seguramente transcurrió en las heladas montañas de la lejana Cimmeria, con una personalidad hermética y nada amigo de expresar sus sentimientos, no por nada en especial, sino porque considera que a nadie importa, y cuyo día a día sirvió de inspiración a la marina americana a la hora de diseñar el horario y actividades de los seal en la famosa semana infernal.
Me estoy refiriendo, por supuesto, a Víctor Sandoval.
4 comentarios:
¿Quién rayos es ese onvre?
casi es mejor que no sepas quien es, si te pica la curiosidad busca en yutú pero estás avisado: tu vida ya no será igual
ECSIJO SU REGRESO A LA BIDA POXTAL.
Pero vuelva a escribir, por Dios. Más críticas de cine sobre todo.
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