Los últimos acontecimientos relacionados con la gripe porcina han resucitado el miedo general a una devastadora pandemia a nivel mundial. Hace pocos años surgió la peligrosa gripe del pollo, un brote similar que desapareció en cuanto las multinacionales farmacéuticas consiguieron vender a mansalva un antigripal genérico a precio de milagroso remedio específico. En esta ocasión el peligro es máximo, caducados ya los gallináceos antigripales, es obligación de los gobiernos proporcionarnos una ilusión de seguridad, y qué mejor manera para ello que hacer generoso acopio de algo que tiene la efectividad de un gelocatil.
Sin embargo, este no sería el blog científico que es, si no mencionara que el gobierno chino tiene abierta una nueva vía de investigación en relación a este tipo de pandemias. Basada en el controvertido principio, desde el punto de vista occidental, de que nuestro cuerpo dispone de todas las armas necesarias para enfrentarse a cualquier enfermedad, el tratamiento (todavía en fase experimental) se basa en la estimulación de ciertas partes de nuestro organismo para, de esta manera, hacer frente a la enfermedad con las defensas bien altas. Mi opinión personal es que el método chino adolece de una importante falta de privacidad y se intenta atacar el problema desde una óptica equivocada. Algunos dirán que es más importante la salud que la privacidad, yo lo que digo es que será importante pero que sigue adoleciendo, y no deja de adolecer porque algunos digan que no adolece. En cuanto a mi rotunda afirmación de que se intenta atacar el problema desde una óptica equivocada, creo que es fácil de entender para todo aquel que haya sufrido una gripe y haya tenido que guardar cama: la prevención está muy bien pero ¿qué pasa con las personas que ya están afectadas?, ¿debemos dejarlas sufrir su enfermedad en soledad y abandonarlas a su suerte?... tal vez sea mejor mostrar una imagen del tratamiento, y proseguir después con mis argumentaciones.
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el mencionado procedimiento terapéutico |
Bueno, seguro que la mayoría de vosotros estaréis encantados con el tratamiento chino, pero yo sigo subrayando una importante falta de privacidad, intolerable ante mi refinada educación europea. Es que no me da la gana, abomino de esa costumbre china de pensar que el recato y el pudor son conceptos burgueses de los que hay que desprenderse. ¿Y qué decir ante el método empleado?... absolutamente demodé, poco satisfactorio desde un estricto punto de vista médico, científicamente pobre, e inaceptable desde el punto de vista de la fe católica...los adjetivos negativos se me agolpan y la cólera se apodera de mi. Y a lo que iba antes, imagina lector que caes enfermo y estás malito en la cama, que a causa de la fiebre te duelen todos los músculos menos uno y que piensas "bueno, qué se le va a hacer, he caído enfermo víctima de esta pandemia, voy a llamar a las autoridades sanitarias", y te viene a casa una voluntariosa enfermera dispuesta a aplicarte el tratamiento, que consigues convencerla con mucho esfuerzo que ese tratamiento es susceptible de mejora y que tú sabes mejor que nadie lo que más le conviene a tu organismo, de la absoluta superioridad en todos los sentidos de lo oral frente a lo manual, y que cuando ya estás mentalizado y con las dos manos detrás de la cabeza a modo de cómoda almohada, vas tú y haces una petición de lo más normal "¿oye, te importaría cantarme alguna canción bonita antes de?", y va la tía y resulta que tiene una voz angelical, y tú ahí todo enfermito y sensible pensando que si la chinita canta tan bien lo que viene a continuación tendrá un valor terapéutico excepcional, y va la tía, se quita la protectora mascarilla antimicrobiana y resulta que tiene el mismo careto de
la inglesa esa que canta tan bien. A tenor de esta pavorosa posibilidad, ¿es o no es una manera equivocada de enfocar el problema?